Os dejamos este interesante artículo de Sergio W. smit, CEO del Grupo Navega, publicado en el ABC, sobre la problemática actual en la renovación de las concesiones a los clubes náuticos.

Un puerto se define como «el conjunto de espacios terrestres, aguas marítimas e instalaciones que, situado en la ribera de la mar o de las rías, reúne las condiciones físicas (naturales o artificiales) y de organización de las operaciones del tráfico portuario y ha sido autorizado por la Administración territorial competente».

Dentro de los puertos, se diferencia entre los puertos comerciales, aquellos donde puedan desarrollarse actividades comerciales portuarias (carga, estiba, desestiba, etc) tráfico de pasajeros, avituallamiento y reparación de buques, y puertos no comerciales que incluyen puertos pesqueros, puertos deportivos y zonas de abrigo en caso de temporal.

Los puertos comerciales están regulados a través del estado y los no comerciales tienen delegadas las competencias a las comunidades autónomas. En este punto, llega la confusión.

En la actualidad nos encontramos ante la situación vergonzosa del gran número de clubes náuticos donde, a falta de renovación de sus concesiones, se les está manteniendo ante una situación crítica. Esto se debe a la conexión de dos aspectos truculentos: En primer lugar la desidia política para resolver esta situación, reteniendo el sistema en busca de mejorar exponencialmente las ganancias de sus arcas sin, una vez más, empatizar sobre el bien común, esperando el interés de la empresa privada para que se luche en por una licitación en alza donde los clubes náuticos tienen todas las de perder.

En segundo lugar, se encuentra el anquilosamiento de los clubes náuticos, entidades sin ánimo de lucro cuya existencia se fundamenta en la promoción de los deportes náuticos y las prácticas medioambientales respecto al medio marino. La administración pública, animada por empresarios sin escrúpulos con el único objetivo de seguir amasando fortunas para comprarse yates que les hagan crecer sus atributos, argumenta que los clubes náuticos se han convertido en reinos de taifas donde no se cumplen los objetivos fundacionales marcados y dónde lo único que hace confirmar en sus socios es jugar al dominó y fumar puros.

Pudiendo confirmar personalmente que aún existe, se está utilizando como una falsa generalidad empujando al abismo y la indefensión a muchas decenas de clubes náuticos en España. Un ejemplo meridiano de esta situación es la que vive el Club Náutico Altea, al cual le expiró la primera concesión en el año 2000 y que desde ese momento le ha sido imposible iniciar el correcto proceso de renovación. En la actualidad se encuentra ante una bochornosa renovación mensual de la concesión que los hace poco menos que inoperativos, además de haberles multiplicado por cinco  el canon anual poniendo en peligro su propia existencia y con ello una labor de cuarenta años en favor del deporte y el medio ambiente.

 

Sergio W. Smit

CEO del Grupo Navega

 

 

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